Un texto muy interesante. Mirarlo con atención
Me han pedido que haga un pequeño
escrito dedicado a la letra “R”. Pero la verdad es que no se nada sobre esta
letra, no tengo ni idea de cómo sienta pronunciarla y para empezar a hablaros
de cosas que desconozco he pensado que sería mejor dedicar este espacio a
aquellos, como yo, que no nunca podremos recitar el trabalenguas “El cielo está
enladgrillado” sin provocar alguna carcajada en la sala por muy veloces que
seamos articulando o, los que nunca seremos realmente terroríficos diciendo
“Bienvenidos a la noche del tegor”.
Me refiero a estas personas que se
sienten extranjeras en su propia lengua sufriendo, día a día, los mismos malentendidos
que, por repetitivos, volverían loco a más de uno. Quieras que no, que no te
entiendan al decir una buena parte de las palabras de tu propia lengua materna
es un fastidio. Siempre puedes intentar usar sinónimos, diréis. Pero cuando
intentas sustituir a una letra tan común como la “r” no siempre sales
vencedora. Y si pudiésemos decir que la “r” es la única letra que nos la
intenta jugar, siendo difícil de pronunciar para algunos, nos podríamos dar con
un canto en los dientes.
Sin embargo, se ve que el resto del alfabeto también
quería divertirse y voilà prácticamente
todas las letras (unas 17) encontraron sus víctimas. Tenemos un amplio catálogo
de dislalias, desde el yeísmo que no llevaría a entender “le han legado unas
sartenes a mi madre”, hasta el kappacismo con el que entenderíamos “quiero un
ilo de iwis”, pasando por el gammacismo que nos haría entender “tengo un gato
blanco que se llama Minnie”. Por otro lado, ser español y decir “me han tocado
1000ptas en el nino” por la nuñación no debe sentar muy bien. La rotación es
uno de los más comunes, por su culpa el “pego” de San Roque ya no tendrá ”gabo”.
Que sí, que las dislalias te dan
personalidad aunque no lo creas. Yo, y unos cuantos estamos hartos de escuchar
esta frase. Que sí que tiene razón, en parte, pero os aseguro que, que tu
nombre contenga, o peor aún, que empiece
por “esa” letra no se lo deseo a nadie. Hacer un esfuerzo cada vez que tienes
que presentarte no siempre es buena idea, normalmente sales mal parada y, si
tienes testigos que vayas a volver a ver, sí que no te lo recomiendo. Yo, en mi
caso, recurro a mi mítico “Gosel como el hospital” o, “como el presidente del
Barça” ( hay diferentes variantes según la procedencia de la persona).
Cada vez que conozcas a alguien o
llegues a un lugar nuevo tendrás que aguantar alguna que otra risa o burla
pero, a la larga, se pasará el entusiasmo inicial y, aunque de vez en cuando
haya bromas, al final aprendes a reírte de ti mismo, por tu propio bien, lo
cual no es para nada una mala lección. Mirando el lado el lado bueno siempre
podré hacerme pasar por francesa.
Aguiverderci!
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