Alcanzamos la letra M en nuestra sección de la A a la Z. Nuestra compañera Beatriz Cuenca, de Lengua y Literatura, se centra en algo muy propio de la M, mujeres y Madres, aprovechando que se acerca, además el día 8 de marzo, día Mundial de la Mujer Trabajadora.
Sobre Madres y Mujeres
“Mamá” es una de las primeras palabras que suele decir un niño. Cualquier madre espera ansiosamente que llegue el momento en que su hijo la pronuncie. Lo que no sabe esa madre es que a partir de ese momento no dejará de escucharla, docenas, cientos de veces, cada una de los días del resto de su vida…
Está el “ma-ma-ma-ma” de las primeras veces, y que no sabes muy seguro si lo dice para llamarte o porque le sale y ya está.
El “mamá” claro (clarísimo) que quieres que diga delante de algún familiar para que te confirme que sí, que efectivamente, se refiere a ti. Este ya lo dice cada vez que apareces.
Luego está el “ma-máááááá” de los llantos de disgusto, aunque se lo hayas provocado tú misma al reñirle.
El “mamá” tierno, dulce y casi susurrado que te despierta tantas y tantas mañanas. Suele ir acompañado de un “dehperta, que tengo hamme; quedo un bibe”.
Otro es el “MAMÁÁÁÁÁÁ” que berrea cuando se ha caído de un columpio y se ha hecho “buba”. Este nos produce un sobresalto que desaparece cuando ves que no ha sido para tanto.
El del efecto contrario es el “mmmammmááááá” lastimero de cuando está malito con fiebre. Empiezas no dándole importancia al asunto, pero tras horas y días de verlo sufrir, el corazón se te va encogiendo. Este “mmmammmááááá” se repite cada vez que hay que tomar la temperatura, dar el jarabe o ir al médico.
Pero el que peor sienta es el “MAAAAAMÁÁÁÁÁ” de rabietas y pataletas (en supermercados, fiestas de cumpleaños, parques y demás sitios abarrotados de gente) de las que son testigos otras madres y padres que parecen juzgarte, cuando sabes de sobra que ellos también las sufren (hay que decir que alguna de las miradas puede ser, también, de solidaridad).
Una de mis versiones favoritas es el de hacer la pelota: “mamiiiii”. Es imposible no claudicar.
Otro que me encanta es el “mama”-callejeros; así, sin tilde, pronunciada llana.
Pero como el “omáááá” de andar por casa, ninguno.
¡Ah!, y está el “mamá” inesperado, seguido de un silencio y unas risas, que de vez en cuando un alumno nos suelta a las que nos dedicamos a esto de dar clase.
Hay que señalar que la palabra castellana “madre”, del latín MATER, MATRIS, aparece ya en escritos de la segunda mitad del siglo XI. Así que también es una de las primeras palabras de nuestra lengua de las que conservamos testimonio.
En otras lenguas latinas el término es casi idéntico: mère en francés, mãe en portugués, madre en italiano, mama en rumano. Pero lo curioso es que en otras lenguas de distinto origen la palabra es bastante parecida: mother (mom, mum) en inglés, mutter en alemán, matka en polaco, om en árabe, mǔ qīn en chino…
Y también en lenguas de lo más diverso existen expresiones muy parecidas que contienen esta palabra: la madre del cordero, madre patria, células madre, lengua madre, lengua materna, madre naturaleza, como su madre lo trajo al mundo, no mentar la madre, de p*** madre, salirse de madre, acordarse de la madre de alguien, la madre que te parió, ¡mi madre!, hijo de tu madre…
Por supuesto, en el refranero popular tenemos muchas alusiones a las madres:
De la madre la gran ciencia, es tener mucha paciencia.
Diligencia es madre de la industria.
La amante ama un día, la madre toda la vida
La ignorancia es la madre del atrevimiento.
La necesidad es la madre de la imaginación.
La experiencia es la madre de la ciencia.
La ocasión es la madre de la tentación.
Amor de madre, ni la nieve le hace enfriarse.
La buena madre no pregunta "¿quieres?", sino da cuanto tiene.
Las madres y las tejas, mejores cuanto más viejas.
Madre no hay más que una.
Pero lo cierto es que quizá esas virtudes que vemos en las madres no vengan del acto de la maternidad, sino del ser mujeres. De hecho, entre las mujeres más importantes de la historia destacan los nombres de muchas que no fueron madres, como Hipatia, Teresa de Calcuta, Dian Fossey, Jane Austen, Rosalind Franklin, Coco Chanel, María Zambrano, Anna Pavlova…
Y seguro que, aunque no fueron madres en el sentido biológico, dedicaron sus esfuerzos y amor a la ciencia, a la educación y al arte, en definitiva, al resto de la Humanidad, como una madre los dedica a sus pequeños.
Así que, ya que se aproxima el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, mis felicitaciones a todas las madres:
A las veteranas, a las novatas, a las de próximo estreno, a las adoptivas, a las de leche, a las políticas, a las tías (muchas veces segundas madres), a las madrinas, a las madrastras, a las coraje, a las reincidentes y a las que decidieron no serlo nunca jamás, a todas las mujeres.