Llega el turno de la S , en nuestra particular historia de la A a la Z , y nuestra compañera Toñi, de Física y Química, nos sitúa en torno al desconocido concepto de la Serendipia, a partir de ahora algo nos sonará, verdad ? Espero que os guste.
QUE ALGO QUEDA
Una manzana cualquiera se desprende de un árbol anónimo ante Newton; Cristóbal Colón persigue una ruta alternativa para llegar a Asia… y se topa con un obstáculo de enormes dimensiones; Wöhler se equivoca y produce urea en lugar de cianato amónico; un indio suramericano con fiebre bebe el agua amarga de una charca de la jungla y el chute de quinina le borra la malaria ; un tal Fleming, acatarrado, analiza sus mocos en una placa de Petri, se le cae una lágrima y descubre que está llenica de antibióticos, poco después:¡eureka, la penicilina!; la resistencia de una lozana ordeñadora a una espantosa enfermedad es advertida por un médico rural que transita así, alegremente, de la vaca a la vacuna; una pantalla fluorescente reluce en la oscuridad y, envuelta en papel negro, una placa fotográfica se le vela a la señora Curie cuando no debía y, ¡mamma mía, resultó que el uranio era radiactivo!…
Cualquiera de estos accidentes pasaría inadvertido para la mayoría de nosotros. En cambio, debido a la sagacidad y astucia de las personas que se tropezaron con ellos, tenemos hoy una explicación a las leyes que gobiernan el movimiento de los planetas, o podemos viajar a América, o sintetizar materia orgánica, o curar enfermedades infecciosas y erradicar la viruela. Eso sí, igual hacemos bombas de destrucción masiva que tratamos el cáncer (los isótopos radiactivos, los humanos y nuestras serendipias somos así de caprichosos).
Como ya se habrá deducido, la serendipia consiste en un descubrimiento accidental. Introduciendo el juguetón azar en la ciencia, la serendipia nos invita a no despreciar nunca los resultados inesperados. La sorpresa, la excepción o la disonancia se tornan pistas sólo para la mente aguda y genial que, lejos de desecharlas como trivialidades inoportunas, las somete a estudio y es capaz de encontrar el secreto que el error oculta. El descubrimiento consiste en ver lo que todos han visto y pensar lo que nadie ha pensado.
Seguro que todos, alguna vez, hemos experimentado nuestra serendipia particular, confesable o no, pero siempre sorprendente…
Alertad los sentidos y la mente: la serendipia, siempre esquiva y juguetona, está ahí, esperándonos a la vuelta de cualquier esquina. Eso sí, hay que saber verla, claro.
Cuentan las crónicas que, cuando Arquímedes fue a los baños públicos concentrado en la misión que le había encargado el rey Herión de Siracusa y, horas más tarde, salía corriendo desnudo por las calles de dicha ciudad gritando su famoso “eureka”, no era consciente de que su descubrimiento pasaría a la historia no sólo por su importancia científica sino, también, por ser la primera serendipia conocida.